Solo en años relativamente recientes se ha prestado atención a la apicultura sobre una base científica. Antiguamente, se seguían ciertos métodos tradicionales para asegurar la cosecha de miel, pero quienes los practicaban desconocían el por qué o el para qué. Actualmente, sin embargo, gracias a las observaciones de los científicos sobre la vida y los hábitos de la abeja, así como al estudio paciente y diligente de la forma de trabajar del insecto, disponemos de conocimientos que han permitido al apicultor práctico reciclar las antiguas técnicas en un método con un orden y un propósito definido.
El apicultor en ciernes, mientras lee uno u otro de estos importantes trabajos sobre la abeja y las posibilidades que ofrece, puede empezar a preguntarse si no es demasiado abrumador y si alguna vez podría esperar convertirse en un experto en el arte y la práctica de la apicultura. Te diré que tiene mayor probabilidad de éxito quien, además de paciencia, perseverancia y diligencia, aporta inteligencia a su trabajo.
Aunque las dificultades y las dudas del principiante pueden provocar más de una sonrisa al experto (aunque solo sea como un recordatorio de sus propios esfuerzos y aspiraciones iniciales), no existe motivo para la desesperación. Aunque es obvio que surgirán decepciones, debe aceptarlas simplemente como estímulos para seguir esforzándose, como los pasos que lo conducirán a la meta final del éxito.
Algunos pueden pensar, temerariamente, que no hay nada nuevo que decir o aprender acerca de la abeja, pero el hecho es que incluso los científicos ignoran aún los usos definidos de ciertos órganos del insecto, así como el origen y la curación de algunas de las enfermedades que padece. Dejando de lado el aspecto meramente comercial de la apicultura, su campo de interés y de investigación sigue siendo amplio y ofrece un gran potencial de exploración para el apicultor inteligente.